Hace unas semanas recibí un correo en el que un cliente me preguntaba si podía enseñarle a realizar el ayuno intermitente. Su intención era bajar de peso, ya que ha visto que esta práctica se promueve en muchos sitios con esa “promesa”. También mencionaba que ha intentado hacer el ayuno en varias ocasiones, pero que no le ha funcionado porque siempre le daba hambre, o porque se esforzaba en aguantar las horas que se había propuesto y luego, al entrar en la “ventana” de poder comer, se comía todo lo que encontraba a su paso.
La respuesta a mi cliente fue que primero tenemos que aprender a comer y después podemos empezar a ayunar. ¿A qué me refiero con esto? A que si bien el ayuno es una gran herramienta de bienestar (de hecho, es una de mis favoritas), es imperativo aprender primero cómo y qué comer en nuestros momentos de des-ayuno para que este sea verdaderamente efectivo.
¿Qué alimentos son adecuados para eso y por qué? ¿En qué cantidad? ¿Con qué vamos a nutrir a nuestro cuerpo para que pueda desarrollar sus funciones de manera adecuada? Hay que tomarnos el tiempo de revisar nuestros hábitos, los productos que tenemos al alcance, nuestro estilo de vida, nuestro estado físico y nuestra salud.