Todos hemos escuchado o dicho frases como “odio mis muslos”, “mis brazos están flácidos”, “este pantalón me hace ver gordo(a)” u “odio que se me marquen las lonjas”. Es más, tan solo leer estas declaraciones puede provocar una respuesta negativa en ti y eso se debe a que la conversación corporal negativa duele. Con esto en mente, me gustaría que pienses en este blog como una llamada de atención para revisar si este tipo de plática es una práctica constante en tu círculo cercano de amigos.
Quizás esta crítica o juicio constante de tu cuerpo (o del de alguien más) puede parecer relativamente inofensiva en la superficie, pero cuando se profundiza y se analiza por qué es algo que hace tanta gente, —y a qué nivel esto puede afectar a todas las partes involucradas— es cuando su magnitud resulta evidente.
La concepción que los medios han creado sobre la belleza por años y años ha cimentado un estereotipo en nuestras cabezas, el cual está sujeto a estándares que determinan qué debe tener y cómo debe lucir nuestro cuerpo para ser ACEPTADO, ¿te das cuenta de esta última palabra?
Hago pausa y mucho énfasis en esta palabra porque el significado está relacionado con un sinfín de posibilidades. En pocas palabras, si no reúnes ciertos “requisitos”, no eres merecedor de aceptación ni de cariño.