El gran problema de la “charla gorda”

El gran problema de la “charla gorda”

Todos hemos escuchado o dicho frases como “odio mis muslos”, “mis brazos están flácidos”, “este pantalón me hace ver gordo(a)” u “odio que se me marquen las lonjas”. Es más, tan solo leer estas declaraciones puede provocar una respuesta negativa en ti y eso se debe a que la conversación corporal negativa duele. Con esto en mente, me gustaría que pienses en este blog como una llamada de atención para revisar si este tipo de plática es una práctica constante en tu círculo cercano de amigos.

Quizás esta crítica o juicio constante de tu cuerpo (o del de alguien más) puede parecer relativamente inofensiva en la superficie, pero cuando se profundiza y se analiza por qué es algo que hace tanta gente, —y a qué nivel esto puede afectar a todas las partes involucradas— es cuando su magnitud resulta evidente.

La concepción que los medios han creado sobre la belleza por años y años ha cimentado un estereotipo en nuestras cabezas, el cual está sujeto a estándares que determinan qué debe tener y cómo debe lucir nuestro cuerpo para ser ACEPTADO, ¿te das cuenta de esta última palabra?

Hago pausa y mucho énfasis en esta palabra porque el significado está relacionado con un sinfín de posibilidades. En pocas palabras, si no reúnes ciertos “requisitos”, no eres merecedor de aceptación ni de cariño.

Las personas se involucran en lo que se llama "charla gorda", que es realizar comentarios auto-despectivos a otras personas sobre el peso o cuerpo de uno mismo, posiblemente en un esfuerzo por reducir la ansiedad que sienten, desahogarse o "sacarlo del sistema" a través de la verbalización. El problema es que esta práctica no es de ninguna manera productiva. Desafortunadamente, la conversación corporal negativa solo termina reforzando esos sentimientos negativos.

Hablar mal sobre tu propio cuerpo o el de otra persona, o compadecerte de otros que hablan negativamente sobre sus cuerpos, no solo no 'elimina' el auto-juicio y la incomodidad, sino que los aumenta. Las cosas que dices se refuerzan a medida que las repites y esto deriva en varias cosas, desde baja estima corporal, insatisfacción corporal u obsesión por la delgadez, hasta conductas compulsivas y destructivas como los trastornos alimenticios, las adicciones, etc.

Qué hacer al respecto

Este es un tema que en lo personal me ha costado mucho trabajar. Durante muchos años la conversación con mi cuerpo ha estado rodeada de juicio, con la connotación de no ser suficiente o merecedora de amor por no cubrir los estándares requeridos. Eso fue así por años y, aunque no puedo decir que esto ya esté sanado en su totalidad, sí puedo decir que la relación con mi cuerpo ahora es desde un lado compasivo y amoroso. Cuido mi cuerpo y mi enfoque está siempre basado en llevar un estilo de vida saludable que me haga estar bien.

Por eso mismo te comparto algunas sugerencias de cómo puedes gestionar la conversación corporal negativa con tus amigos o círculo cercano.

1. Abre un diálogo.

El mejor enfoque para prácticamente cualquier conflicto es abrir un diálogo honesto de una manera tranquila y compasiva, y esta no es la excepción. Si escuchas a tus amigos juzgar sus cuerpos, detenlos diciendo: “No creo que sea útil hablar de ninguna parte de ti mismo de esa manera. ¿Qué tal si celebramos tu cara / muslos / piernas / estómago en su lugar?”

Esto puede ayudar a iniciar una conversación interior y, con suerte, les hará reflexionar sobre la forma en que hablan de sí mismos.

2. Establece límites.

Si el diálogo no funciona, vienen los límites. No te sientas mal pidiéndole a tu(s) amigo(s) que deje(n) de hablar negativamente sobre su cuerpo frente a ti. Piensa que tú eres el único responsable de tu salud emocional y del impacto que este tipo de situaciones tiene en tu persona. Tú sabes qué es lo que esta práctica activa en ti, y de qué manera, consciente y proactiva, puedes crear límites sanos. Tú decides qué hacer y qué tanto daño tendrá eso en ti.

3. Ofrecer recursos.

Abordar la imagen corporal negativa por tu cuenta no es fácil, de ahí que tantas personas no puedan evitar hablar de ello con sus amigos. Sabiendo esto, no es una mala idea apuntar a tu amigo en la dirección correcta, brindándole los recursos que pudieran ayudarlo, como, por ejemplo, ver a un terapeuta o un coach de bienestar. Sugiérele a tu amigo que, si realmente siente la necesidad de ventilar sus problemas de imagen corporal, lo mejor es hacerlo con un profesional que pueda ayudarle a manejar el problema emocionalmente, llegar a la raíz de este y hacer un plan para mejorarlo.

4. Concéntrate en mejorar la relación con tu cuerpo.

El último punto, pero no por eso el menos importante, es aceptar que no puedes controlar lo que dicen tus amigos, pero sí puedes trabajar en la relación que tienes con tu cuerpo. Trata de amarlo y aceptarlo tal y como es, y agradece su existencia, incluyendo las partes que desearías que fueran diferentes.

Ya sé, es más fácil decirlo que hacerlo, pero te invito a que comiences a reconocer que las piernas que tanto juzgas, por ejemplo, son las mismas que te sostienen, te mantienen en movimiento, te llevan a lugares y te permiten hacer un sinfín de cosas.

En conclusión

La conversación corporal negativa puede parecer inocua en momentos rápidos y fugaces, pero con el tiempo comienza a desgastarnos. Todos merecemos sentirnos como en casa en nuestros cuerpos y hablar negativamente de nosotros mismos no es la mejor forma de lograrlo, así que deja de hacerlo hoy mismo y anima a tus amigos a detenerse también.

¡Hoy es un buen día para empezar!

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