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Iniciando la semana con el pie derecho

Para muchas personas, el lunes es el día en el que más les cuesta retomar la rutina de trabajo y otras actividades, así que hoy quiero compartir contigo algunos puntos a analizar y preguntas que puedes hacerte al inicio de la semana para prepararte para lo que viene.

En lo personal, me gusta dedicar unos minutos de la noche del domingo a hacer una revisión general de la semana que va a comenzar. Analizar mi agenda, decidir cuáles juntas, llamadas y pendientes son prioridad, y examinar todo con tiempo me ayuda a prepararme mejor y a anticipar aquello que podría causar que mis planes se salgan de control.

Así como reviso mi agenda de trabajo, me doy también el tiempo de reflexionar sobre los puntos que están relacionados con mi bienestar. Esto es parte de crear un balance en ambas áreas de mi vida y me gusta darle la prioridad que merece.

Las preguntas que hoy quiero compartirte y que puedes integrar en tu propia revisión son:

¿En qué consiste el coaching 1:1?

¿Cómo es el coaching 1:1?

Son sesiones en las que trabajamos juntos, enfocándonos específicamente en tus requerimientos personales de bienestar y en las áreas que son más importantes para ti, o en las que consideres que necesitas más apoyo. Este tipo de programa se realiza en un periodo de 6 a 8 meses, con sesiones de 1 hora aproximadamente, 2 veces al mes.

Algo que me parece muy interesante es que este programa se va acomodando a ti. Claro que hay temas generales que te pueden servir sin importar el nivel en el que te encuentres, pero lo especial de estas sesiones es que se basan en ti y en tu avance, lo que, en mi experiencia, te permite tomar control de todas esas áreas que son cruciales en tu vida de una manera más puntual.

Revisas, haces ajustes y acomodas las cosas de tal forma que te vas sintiendo mejor conforme vas avanzando. Asimismo, como comienzas a ver cambios y resultados desde las primeras sesiones, empiezas a sentirte con mayor seguridad en tus elecciones.

¿Debo hacer ejercicio todos los días?

Esta es una pregunta que se repite frecuentemente entre mis clientes, pero entiendo perfectamente que así sea, ya que hemos escuchado diferentes opiniones al respecto a través del tiempo y hoy voy a compartirte la mía.

Es común que pensemos que hacer ejercicio va de la mano con bajar de peso, que ejercitarse implica invertir horas extremas en el gimnasio, sudando, “quemando” o eliminando todo aquello que no queremos en nuestro cuerpo o que tenemos que pagar o ganarnos los “excesos” que tanto nos tientan.

Pero déjame decirte que el ejercicio es algo muy distinto a eso y que no se limita a lo que anteriormente he mencionado. El poder movernos y fortalecer nuestros músculos, mejorar nuestro ritmo cardíaco, aumentar la capacidad pulmonar y liberar nuestra mente son algunas de las maneras en las que el ejercicio beneficia a nuestro organismo.

Abraza los cambios en tu vida

Hace unos días escuché un podcast donde se hablaba acerca de la torpeza de los nuevos inicios, de los nuevos roles que repentinamente “debemos” desempeñar, y del impacto que esto puede tener en nuestras vidas. Eso me inspiró a compartir con ustedes lo que pienso al respecto, ya que yo también creo que una de las partes más complicadas de hacer un cambio así es el periodo de ajuste, y yo quiero ayudarte a verlo desde otra perspectiva.

Pero, ¿por qué sentimos que cambiar es algo difícil? Bueno, pues eso es porque muchas veces es incómodo salirnos de esa zona segura en la que nos sentimos bien, donde ya conocemos cada paso, y en la que, de cierta forma, el resultado ya está perfectamente calculado. Al final, esa seguridad hace que nos sintamos en “control” de lo que pasa en nuestras vidas y termina por convertirse en parte de nosotros.

El reto aparece cuando, al modificar la ecuación, dejamos de tener el “control” sobre lo que obtendremos y comenzamos a experimentar diferentes emociones. Algunas de las más fuertes son, sin duda, el miedo a equivocarnos, la rareza de lo desconocido, el no saber si la decisión tomada es la adecuada, la incomodidad de lo nuevo y, obviamente, la incertidumbre que supone el elegir otro camino.

La dieta crudivegana

La dieta crudivegana es un tipo de alimentación que se basa en consumir alimentos vegetales, en su mayoría crudos y sin procesar, como frutas y verduras frescas, semillas, nueces, granos, frutas secas, algas marinas y germinados.

Una particularidad que la caracteriza es que omite aquellos alimentos que se procesan o cocinan significativamente. Por ejemplo, al menos el 75% de los alimentos que la constituyen deben estar vivos o crudos. Asimismo, la mayoría de las personas incluye una cantidad limitada de alimentos que se han cocinado, siempre y cuando los alimentos nunca se calienten a más de 45 grados centígrados.

Esto se debe a que los amantes de la comida cruda (el apodo para los devotos de esta dieta) creen que calentar los alimentos por encima de los 45 grados centígrados destruye las enzimas críticas de los alimentos, las cuales ayudan a la digestión y la absorción de los alimentos. Además, creen que los alimentos cocinados por encima de esta temperatura pierden una cantidad significativa de su valor nutricional y son perjudiciales para el cuerpo, mientras que los alimentos crudos proporcionan enzimas vivas y el mayor valor nutricional posible.

La importancia de tener un sistema de apoyo

Después de unas vacaciones increíbles en las que nos hemos relajado y disfrutado de lo lindo, muchos de nosotros estamos agradecidos de seguir con nuestros buenos hábitos. De alguna manera, la rutina nos permite organizarnos mejor, porque si bien las vacaciones ayudan a nuestra salud mental, también es cierto que muchos las ven como la excusa perfecta para renunciar o abandonar sus prácticas saludables.

Y es que la presión social de beber y comer, muchas veces en exceso, está muy presente en cada reunión entre amigos y familia. Asimismo, es curioso, pero no inusual, ver cómo las personas más allegadas a ti son las mismas que a veces ponen la mayor resistencia a tus hábitos saludables.

Esto puede ser causado por numerosos factores. Hay quien puede sentirse amenazado (por ejemplo, si tú decides cuidarte, entonces esa persona ya no tendrá en ti a ese amigo con quién ir a comer una pizza durante el juego de fútbol) o quien no cree tener la misma fuerza de voluntad que tú y sentirse mal al respecto.