Síntomas del burnout
Ya tenemos más claro que “burnout” es el colapso mental que se da como consecuencia del estrés excesivo. Es generalmente causado por un exceso de trabajo en cualquiera de sus múltiples presentaciones y formas (ya seas empleado de una empresa, papá, mamá, trabajador independiente, etc.) y por no darle un descanso real a nuestra mente.
Hace unos días escuché este ejemplo y me pareció una forma simple de explicar este concepto: imagina que quieres invitar a un amigo a tomar un café a tu casa. Al pensar en ello, tu cuerpo genera estrés, el cual proviene de imaginar la cantidad de trabajo que la visita requiere: te aseguras de tener café, ir a comprar azúcar, aprovechas la oportunidad para comprar servilletas (que tampoco tienes), recuerdas que no encargaste aquella vajilla que estaba en oferta la semana pasada, la leche del café que te gusta no estaba disponible, etc. En pocas palabras, lo que podría haber sido una situación que te alegrara se transforma en una carga emocional que solo te agobia más, así que mejor decides cancelar porque tu mente ya no puede lidiar con eso ya que simplemente es demasiado.
Aunque la fatiga es un signo de agotamiento, el agotamiento extremo (burnout) se ve agravado por otros síntomas físicos y mentales. Aquí está la diferencia: cuando estás cansado aún puedes funcionar, incluso si no estás funcionando con toda la energía necesaria. En cambio, con el agotamiento excesivo no puedes funcionar de manera efectiva a nivel personal o profesional. En otras palabras, cuando alguien se siente cansado o incluso agotado, todavía siente emociones como tristeza o ansiedad, mientras que con el agotamiento excesivo hay una sensación de vacío que parece superar al cerebro y al cuerpo.
Síntomas del burnout.
Estos son los principales síntomas a identificar. Cabe mencionar que no tienes que tener necesariamente los tres para decir que sufres de agotamiento excesivo.
1. Agotamiento físico y emocional
Más allá de sentirte físicamente cansado, puedes sentirte agotado, con un sentimiento de “temer” lo que ese día traerá. También puedes experimentar insomnio (¡a pesar de estar agotado!), olvidos, dolores físicos, enfermedades causadas por un sistema inmunológico debilitado, o puedes sentirte ansioso, deprimido o enojado.
2. Cinismo y desapego
Es sentirte pesimista, negativo y desconectado de los demás. Cuando estás agotado, entras en un estado de complacencia impotente, algo así como decir: “ya no me preocuparé más”. Para alguien que se apasiona por su trabajo, familia o comunidad, sentir ese vacío donde una vez hubo interés puede ser aterrador.
3. Ineficacia y falta de realización
Es cuando te sientes irritable, fácilmente distraído, no tan productivo como antes e incluso puede ser que te preguntes cuál es el punto de trabajar en absoluto.
Quizá piensas que este tipo de agotamiento excesivo es exclusivo de ciertos sectores o niveles, sin embargo, en la actualidad vivimos en el mundo de estar siempre conectados. Te sorprendería la cantidad de casos de personas jóvenes que padecen este tipo de agotamiento. Además del estrés relacionado con el trabajo, por ejemplo, podemos experimentar estrés por situaciones sociales, prejuicios sociales, presiones familiares y otras formas de angustia emocional.
Las mujeres tendemos a ser aún más vulnerables al agotamiento debido a la forma en que nuestros cerebros están conectados. No solo nos afecta más profundamente el estrés de los demás (¡gracias, empatía!), sino que los cerebros de las mujeres tienen la tendencia a rumiar sobre el estrés y la ansiedad más que los cerebros de los hombres. Esto conduce a una mayor cantidad de desgaste en el cerebro y el cuerpo por las hormonas del estrés. Como mujeres también tendemos a tratar de estar constantemente disponibles para los demás sin querer parecer débiles o abrumadas, lo que significa que tendemos a internalizar el estrés en lugar de encontrar salidas saludables para él.
Normalmente, para los hombres, este tipo de agotamiento excesivo crea un estado de fracaso en diferentes ámbitos, y genera el sentimiento de no ser suficientemente bueno o de no estar logrando los objetivos personales o profesionales esperados. Una especie de crisis de la edad (a cualquier edad) que puede derivar en apatía —ese desapego y cinismo que mencionaba anteriormente.
Espero que con estos artículos te sea más fácil detectar en qué nivel de estrés y agotamiento te encuentras, revisar si ya hay varios focos rojos que pueden derivar en un estado más crítico y sobre todo volverte consciente de esta situación, analizarla y reconocerla para entonces poder tomar acción.
En las siguientes entregas te compartiré algunas herramientas que puedes utilizar para detectar, prevenir y salir de este tipo de agotamiento excesivo.
¡Hoy es un buen día para empezar!