Lo saludable no necesita presumirse
Una vez que iniciamos el camino al estilo de vida saludable, nos encontramos con una gran diversidad de opciones de productos, mismos que hacen todo lo posible por llamar nuestra atención. Veámoslo así, las marcas comerciales van a usar todas las estrategias posibles para terminar en nuestra despensa. Hay muchas empresas que, ante el riesgo de perder clientes, que estén buscando opciones saludables, deciden crear productos que se vendan dentro del parámetro de “sano” pero sin serlo.
Esta tendencia es uno de los temas que de verdad me molestan, es lo que llamo pseudo-saludable. Esta “categoría” engloba todos esos productos que, a través de etiquetas, frases, colores, y estilo, promueven ser saludables y en realidad están muy lejos de serlo.
Pondré el ejemplo del agua de coco. En su forma natural -dentro del coco- tiene beneficios increíbles para nuestro cuerpo. De unos años para acá se ha comercializado debido a su popularidad. Hay muchas marcas que, siguiendo esta tendencia, sacan al mercado opciones que realmente no son adecuadas. Estas opciones tienen cantidades altas de azúcar agregada, saborizantes artificiales, y conservadores, por mencionar algunos. Podría nombrar muchos otros productos que en su forma natural pueden ser los mejores aliados de tu salud, pero al comercializarlos, la industria los altera para poder hacer negocio con ellos.
Ya hemos hablado de ir aprendiendo a leer etiquetas, de la responsabilidad que tenemos de asegurarnos que lo que estamos consumiendo sea realmente adecuado para nuestro cuerpo. Esta premisa hay que utilizarla en todo lo que consumimos y a veces aún más cuando un producto presume de ser saludable.
Esos productos están fabricados con la misma idea de ser consumidos por todos aquellos que comenzamos en el proceso de cuidar más nuestra alimentación y estilo de vida. Se aprovechan de ello para que los compremos por moda, sin necesariamente contener los elementos adecuados para nuestro cuerpo.
Mi recomendación es que revises los ingredientes de manera consciente y constante. Revisa si hay alguna palabra que no conozcas, algún ingrediente que ya sabes debes evitar, colorantes, azúcar, conservadores, aceites, saborizantes artificiales, fecha de elaboración, etc. Todo esto te ayudará a tomar la mejor decisión para ti.
Esta práctica de poner atención a las etiquetas no equivale a que nunca más vas a volver a comprar o comer algo que no reúna los requisitos nutricionales que te has establecido como meta. Honestamente no creo que sería una promesa realista. Más bien me refiero a que tengas toda la información necesaria para tomar las decisiones que tú quieras sobre tu bienestar. Que compres algo sabiendo los pros y los contras que ese producto tiene de forma real, y ahí, en ese momento tú decides consumirlo con toda la consciencia y responsabilidad que ello conlleva. Y no comprar algo a través de engaños mercadológicos que solo te confunden y toman el control de tu salud.
Las empresas quieren vender sus productos a como dé lugar y es válido que usen las herramientas que ellos consideren necesarias. Entonces es nuestra responsabilidad ser más críticos y no dejar en sus manos nuestro bienestar. Lo saludable no necesita presumirse.
¡Hoy es un buen día para empezar!