Identificando mis emociones
No sé ustedes, pero hay días en los que estoy muy lejos de sentirme al cien. Identificar la emoción que esto despierta en mí —y si esta es negativa o positiva— me cuesta trabajo. Hace unos días escuché uno de mis podcasts favoritos donde hablaban precisamente de ponerle nombre a las emociones. Desafortunadamente vivimos en una cultura donde se nos enseñó que expresarnos no es adecuado y que puede ser una muestra de debilidad, así que, por consecuencia, identificar nuestras emociones puede convertirse en una tarea complicada.
Experimentar y expresar las emociones es una parte integral de la vida. Sin embargo, para muchas personas, las emociones son misteriosas, confusas y difíciles de expresar. A nadie se le da un libro de reglas emocionales; sin embargo, la sociedad, la comunidad, la cultura y el contexto tienen reglas no escritas sobre cómo y cuándo se nos permite sentir y expresar dichos sentimientos. Por ejemplo:
• Las lágrimas no pertenecen a la oficina.
• No te vayas a la cama enojado.
• Pon una cara feliz.
¿Qué pasaría si, en lugar de tratar de sentir lo que se supone que debes sentir, te permitieras sentir lo que sientes? Después de todo, las emociones tienen un propósito, ¿no es así?
Si las emociones son respuestas naturales, ¿por qué las suprimimos?, ¿por qué identificamos algunas emociones como negativas y otras como positivas? Si analizamos el objetivo de muchas de las emociones que entran en la categoría de “negativas”, como el miedo, el dolor y la tristeza, te darás cuenta de que estas son, en muchas ocasiones, el motor que nos impulsa a llevar a cabo otras acciones.
Pensando en el proceso de principio a fin, se ve un poco así:
1. Se detecta estímulo. Para este ejemplo, digamos que el estímulo son dos amigos susurrando y riendo cuando uno de ellos mira en tu dirección y luego mira hacia otro lado rápidamente cuando ve que los estás mirando.
2. Tu sistema de comunicación interna envía una señal específica de la situación como una bengala de emergencia. Tu cerebro recuerda un momento en el que quizá se rieron de ti y te hicieron sentir avergonzado.
3. Una emoción, que tu cerebro ve como adaptativa, ocurre y la interpreta. Ya sabes, tus mejillas se ponen rojas, el ritmo cardíaco y la presión arterial aumentan, la respiración se ralentiza y comienzas a sentirte un poco enfermo. Lo que la situación despierte o detone en ti será en función de lo experimentado anteriormente en situaciones similares.
4. La información continúa siendo retroalimentada en el programa de emociones de todo lo que hemos vivido anteriormente. Es decir, la información, los programas y los sistemas que evalúan los estados corporales, dependiendo de las áreas que toquen, determinarán la intensidad, la trayectoria o la terminación de la emoción. Es posible que ya hayas pasado varias veces por una situación similar, así que pensamientos como “¿por qué siempre se ríen a mis espaldas?” o “sabía que realmente no les caía bien” comenzarán a dar vueltas por tu cabeza, lo cual solo aumentará la gravedad de los síntomas fisiológicos. Por el contrario, si esta experiencia no detona una historia emocionalmente cargada en ti, lo más seguro es que permanezcas en tu estado normal y quizá solamente trates de averiguar qué le causó risa a tus amigos, ya que, después de todo, son tus amigos.
Responsabilízate de lo que sientes; tus emociones no son culpa de nadie más. Nadie te “hace enojar”. Te enojas por algo que se activa en ti cuando algo sucede, pero no es trabajo ni responsabilidad de los demás lo que eso detona en ti. Sé que parece intenso, pero esta es una de las tareas principales para tomar el control de tu bienestar. La carga emocional que se libera es realmente sorprendente cuando somos conscientes de este punto.
Si sientes que las sensaciones de tus emociones te han dominado, ¡no te desesperes! De hecho, la ansiedad causada por el agobio emocional puede agravar tu experiencia emocional. El objetivo es descubrir el punto de balance sin sentirse abrumado o perdido por “rumiar” el por qué o la razón de la emoción.
En el siguiente blog te contaré más sobre cómo encontrar ese punto de balance en tus emociones. Por ahora, analiza un poco en dónde te encuentras con respecto a lo que te comparto, qué es lo que resuena en ti, y qué puedes comenzar a hacer desde ahora.