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Identificando a tu red de apoyo

Creo que en estos tiempos estamos viviendo en un mundo de desconexión; existe una tendencia a llevar una vida más solitaria en la que nuestra “experiencia digital” es considerada una verdadera compañera, y por eso veo que es necesario hablar una vez más de la enorme importancia que tiene el contar con un sistema de apoyo.

Pero, ¿qué es un sistema de apoyo? Bueno, muchos de ustedes ya lo saben: hablo de esas personas que forman parte de nuestro círculo más íntimo y se preocupan genuinamente por nuestro bienestar; ese puerto seguro donde puedes ser tú mismo, sin máscaras y, sobre todo, donde reconocen tu valor sin que tú tengas que demostrarlo.

La importancia de tener un sistema de apoyo

Después de unas vacaciones increíbles en las que nos hemos relajado y disfrutado de lo lindo, muchos de nosotros estamos agradecidos de seguir con nuestros buenos hábitos. De alguna manera, la rutina nos permite organizarnos mejor, porque si bien las vacaciones ayudan a nuestra salud mental, también es cierto que muchos las ven como la excusa perfecta para renunciar o abandonar sus prácticas saludables.

Y es que la presión social de beber y comer, muchas veces en exceso, está muy presente en cada reunión entre amigos y familia. Asimismo, es curioso, pero no inusual, ver cómo las personas más allegadas a ti son las mismas que a veces ponen la mayor resistencia a tus hábitos saludables.

Esto puede ser causado por numerosos factores. Hay quien puede sentirse amenazado (por ejemplo, si tú decides cuidarte, entonces esa persona ya no tendrá en ti a ese amigo con quién ir a comer una pizza durante el juego de fútbol) o quien no cree tener la misma fuerza de voluntad que tú y sentirse mal al respecto.

¿Cuál es tu motor?

Cuando emprendemos el camino hacia el bienestar, hay días en los que estamos muy enfocados, pero también hay aquellos en los que nos sentimos un poco desanimados o incluso perdidos. Esto es algo muy común, especialmente cuando surgen factores externos que nos hacen tomar un break.

Incluso podemos pensar en tirar la toalla o nos hacemos de la vista gorda ante comportamientos que sabemos muy bien que no están alineados con nuestras metas. Pero, ¿sabes qué? ¡Así es la vida! Lo que hay que tener muy claro es que siempre tenemos la oportunidad de retomar nuestros hábitos y continuar.

Celebra tus logros

Celebra todos y cada uno de tus logros, porque solo tú sabes lo que hay detrás de ellos.

¿Cuántas veces logramos algo y, por sentir que no es algo digno de un premio, no le damos el valor que merece? Parte de nuestra cultura, de basarnos en grandes metas y logros, vuelve casi intrascendentes los “pequeños” pasos que nos llevan a realizarlos.

Enfatizo la palabra “pequeños” porque, de cierta forma, eso es lo que creemos que son: los calificamos como “no importantes” y los privamos del valor que verdaderamente tienen. Sin embargo, una gran parte de esos logros “menores” constituyen la base sobre la que las metas mayores pueden ser construidas.

Sana distancia

Ya sé, solo leer el título nos hace pensar en lo que para muchos no ha sido una etapa fácil debido al COVID, pero poco a poco hemos ido recuperando la posibilidad de compartir tiempo y espacio con muchas personas a quienes durante meses no pudimos ver ni tocar. Me gustaría ahondar un poco en esto.

Considero que mantenernos alejados ha sido una práctica muy compleja para todos. Durante meses se nos dijo que tener contacto con otras personas era algo peligroso, que lo mejor que podíamos —o debíamos— hacer era guardar “sana distancia”, y que eso, literalmente, nos salvaría la vida. Esto, como era de esperarse, ha tenido un efecto en todos nosotros.

¿En qué consiste la salud?

Conforme hemos ido aprendiendo y familiarizándonos más con la definición de bienestar, considero que también nos ha quedado más claro que la definición de salud va mucho más allá de una simple “ausencia de enfermedad”. ¿A qué me refiero con esto? Pues a que el no estar enfermos no significa que seamos personas sanas.

Nuestro bienestar se ve impactado por muchas áreas, incluyendo lo que pensamos, lo que sentimos, nuestra capacidad física o de movilidad, la alimentación, las amistades, las relaciones personales, el trabajo, el descanso, cómo aprovechamos nuestro tiempo, lo que aprendemos, nuestros momentos creativos, y muchas cosas más.