La importancia de tener un sistema de apoyo
Después de unas vacaciones increíbles en las que nos hemos relajado y disfrutado de lo lindo, muchos de nosotros estamos agradecidos de seguir con nuestros buenos hábitos. De alguna manera, la rutina nos permite organizarnos mejor, porque si bien las vacaciones ayudan a nuestra salud mental, también es cierto que muchos las ven como la excusa perfecta para renunciar o abandonar sus prácticas saludables.
Y es que la presión social de beber y comer, muchas veces en exceso, está muy presente en cada reunión entre amigos y familia. Asimismo, es curioso, pero no inusual, ver cómo las personas más allegadas a ti son las mismas que a veces ponen la mayor resistencia a tus hábitos saludables.
Esto puede ser causado por numerosos factores. Hay quien puede sentirse amenazado (por ejemplo, si tú decides cuidarte, entonces esa persona ya no tendrá en ti a ese amigo con quién ir a comer una pizza durante el juego de fútbol) o quien no cree tener la misma fuerza de voluntad que tú y sentirse mal al respecto.
También hay quien dice que tus preferencias son exageradas, que tu actitud pone las cosas más difíciles, o que ni siquiera te hace falta cuidarte tanto. Esto, finalmente, no sirve más que para desanimar cualquier esfuerzo que suponga cuidarse y ver por tu salud. Es algo así como un sabotaje, lamentablemente cometido por las personas que te rodean, incluyendo amigos y familiares.
Es por esto que me gusta poner énfasis en que rodearte de las personas que apoyan y respetan tus prácticas saludables es sumamente esencial para lograr tus objetivos. Ellas constituyen tu sistema de apoyo y te alientan a convertirte en tu mejor versión o a lograr eso que te hace sentir mejor contigo mismo.
Ahora, comunicar qué es lo que queremos y los pasos que tenemos que seguir para lograrlo es clave, porque las personas con las que nos relacionamos y con quienes compartimos nuestro día a día pueden servir de gran ayuda, no solo para apoyar nuestras decisiones, sino también para animarnos a continuar en los momentos de flaqueza.
El regreso a la vida laboral después de las vacaciones —y a la rutina que conocemos como normalidad— es una nueva oportunidad para que retomes los hábitos que ya son parte de tu estilo de vida y que disfrutas hacer.