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Una reflexión para iniciar bien la semana

Ayer recordé unos artículos que compartí hace tiempo y pensé en compartirlos de nuevo hoy, y es que hay días en los que creo que la forma más simple de ver nuestra evolución es observar todos esos pequeños avances que hemos logrado con el paso del tiempo. Ellos me hacen darme cuenta de que nuestro desarrollo tiene muchos matices y que no hay solo una “meta” a seguir.

A medida que he avanzado, me he vuelto más consciente y he aprendido a:

No todas las grasas son tus enemigas

Tal vez no lo sepas, pero no todas las grasas son iguales. Para muchos, las grasas son lo peor que hay y las ven con malos ojos, pero la realidad es que su consumo es necesario para que tu organismo realice sus funciones apropiadamente.

En realidad, el problema son las grasas de baja calidad, ya que estas pueden hacer que las membranas celulares se endurezcan, lo que causa que el funcionamiento de tus células sea más lento y que se inflamen con mayor facilidad.

Por esto es muy importante aprender a reconocer los tipos de grasas que existen. Las hay buenas, dudosas y nocivas. Lo malo es que muchas veces seguimos viejas costumbres sin pensar mucho en lo que ingerimos, algo así como una herencia de malos consejos que hemos escuchado durante décadas.

¿Cómo puedo incorporar la alimentación intuitiva en mi estilo de vida?

Entre las preguntas que muchos de ustedes me hacen de forma frecuente siempre surge el cómo practicar la alimentación intuitiva. Creo que es una de las cosas en las que se necesita una buena guía, pues en ocasiones no se entiende bien cómo gestionar esa “libertad” de escoger los alimentos o eliminar aquellos que no son la mejor opción para el organismo. Incluso, algunos terminan por dar el tema por zanjado y deciden simplemente no consumir tal o cual cosa, sin pensarlo mucho.

Sé que no siempre es sencillo tomar decisiones. Nuestra alimentación se crea en función de muchos factores; hay veces en las que nuestra hambre es emocional y algunos antojos pueden ser el resultado de exceso de estrés, emociones, preocupaciones, aburrimiento, u otras causas.

Las vacaciones y el regreso a la rutina

Si bien a todos nos encantaría regresar de las vacaciones sintiéndonos renovados, la realidad es que, en muchos casos, algunos regresamos de nuestros viajes sintiéndonos fuera de nuestra rutina, fuera de balance y con un agotamiento distinto.

Esta experiencia, muy común, se deriva de una variedad de factores, desde el desfase horario, la modificación de nuestros horarios de sueño y el cambio de actividad, hasta lo que comimos y bebimos. No me refiero necesariamente a que hayamos abusado del consumo de algún alimento o bebida, sino más bien a que ocurre un cambio en la rutina y en los horarios en los que comemos, los ingredientes que se utilizan, etc.

En la actualidad, la forma en que viajamos se ha modificado en varios aspectos. Ahora se ofrece hospedaje en sitios como casas o departamentos a través de plataformas de intercambio o rentas, lo cual nos permite sentirnos como en casa y que podamos “anidar” durante unos días, por lo que a muchos nos gustaría tener al alcance cosas que normalmente tenemos en nuestra propia casa.

Vale la pena mencionar que muchos hoteles son flexibles cuando se hacen solicitudes especiales, así que no subestimes el poder de preguntar o pedir algo específico.

El hábito de la indulgencia excesiva

El tema que tocaremos hoy es un hábito que muy frecuentemente obstaculiza nuestros objetivos de salud y bienestar, y que quizás conoces bien; hablo de caer en los excesos.

Creo que una de las cosas más problemáticas de este hábito es que la mayoría de las veces ni siquiera te das cuenta de que lo haces y, como sucede en estos casos, el ser consciente de tus actos es un paso fundamental para retomar el control de tu bienestar. Veamos de qué se trata:

El hábito de los falsos apegos

Siguiendo con el tema de esos hábitos que no solo no aportan nada, sino que más bien restan mucho a nuestra rutina diaria, hoy quisiera hablarles sobre los apegos que no son sanos y que a veces son difíciles de detectar.

Para empezar, analicemos qué son: se conocen como falsos apegos y son esas conexiones emocionales poco saludables con personas, conductas, objetos, o incluso pensamientos que ya no nos sirven, es decir, que ya no tienen mayor relevancia en este punto de nuestras vidas.

Estos apegos pueden ser altamente dañinos, ya que suelen agotar tu energía y dejarte sin pila. Hay muchos ejemplos, pero entre los más comunes están las relaciones tóxicas, conductas y pensamientos que ya no se alinean con donde estás ahora y el aferrarse a posesiones materiales que ya no tienen ningún propósito.