No todas las grasas son tus enemigas
Tal vez no lo sepas, pero no todas las grasas son iguales. Para muchos, las grasas son lo peor que hay y las ven con malos ojos, pero la realidad es que su consumo es necesario para que tu organismo realice sus funciones apropiadamente.
En realidad, el problema son las grasas de baja calidad, ya que estas pueden hacer que las membranas celulares se endurezcan, lo que causa que el funcionamiento de tus células sea más lento y que se inflamen con mayor facilidad.
Por esto es muy importante aprender a reconocer los tipos de grasas que existen. Las hay buenas, dudosas y nocivas. Lo malo es que muchas veces seguimos viejas costumbres sin pensar mucho en lo que ingerimos, algo así como una herencia de malos consejos que hemos escuchado durante décadas.
En México, por ejemplo, se utiliza el aceite de canola o de girasol para cocinar, los cuales pasan por un proceso de refinamiento a altas temperaturas que involucra el uso de ciertos químicos nocivos. Esto degrada las propiedades nutricionales del aceite y produce compuestos altamente tóxicos para el organismo.
Dicho esto, es importante señalar que hay grasas que tu cuerpo necesita y aprovecha muy bien. Por ejemplo, las grasas omega-3 son indispensables para que el cuerpo pueda mantener sus células flexibles y reactivas, además de que le ayudan a reducir la inflamación de todo el cuerpo.
El salmón, las nueces, el aceite de linaza, las algas y las sardinas son buenos ejemplos de alimentos ricos en omega-3. Otras excelentes fuentes (además de deliciosas) son el aguacate, el aceite de oliva extra virgen, los frutos secos (como la nuez de Brasil, la chía y los pistachos) y la carne de libre pastoreo (alimentada con pasto). Y recuerda, es mil veces preferible consumir la mantequilla que la margarina.
Como te he dicho muchas veces, la responsabilidad de saber qué es lo que pones en tu cuerpo es solo tuya. Ahora hay mucha información disponible a comparación de aquella con la que crecieron otras generaciones, así que te invito a que aproveches eso, tomes mejores decisiones y reflexiones sobre qué es lo mejor para ti a largo plazo. Tu salud te lo agradecerá.