¿Cómo puedo incorporar la alimentación intuitiva en mi estilo de vida?
LA PREGUNTA DEL MES
Entre las preguntas que muchos de ustedes me hacen de forma frecuente siempre surge el cómo practicar la alimentación intuitiva. Creo que es una de las cosas en las que se necesita una buena guía, pues en ocasiones no se entiende bien cómo gestionar esa “libertad” de escoger los alimentos o eliminar aquellos que no son la mejor opción para el organismo. Incluso, algunos terminan por dar el tema por zanjado y deciden simplemente no consumir tal o cual cosa, sin pensarlo mucho.
Sé que no siempre es sencillo tomar decisiones. Nuestra alimentación se crea en función de muchos factores; hay veces en las que nuestra hambre es emocional y algunos antojos pueden ser el resultado de exceso de estrés, emociones, preocupaciones, aburrimiento, u otras causas.
Por todo lo anterior, te comparto algunos puntos que a mí me han funcionado para decidir qué es lo que voy a comer:
Tomar consciencia es clave. ¿A qué me refiero con esto? A que mientras más conscientes seamos del impacto que los alimentos tienen en nuestro cuerpo y en nuestro bienestar, mejores decisiones tomaremos. Esto incluye reconocer esos detonadores emocionales que a veces son los que propician los hábitos con los que ya no te sientes identificado y, poco a poco, ir trabajando en ellos.
Sé paciente contigo mismo. Este proceso tiene altas y bajas. No todos los días son enteramente buenos o malos, así que no seas tan duro contigo mismo y trabaja en regresar a tu motivación principal.
Recuerda que la alimentación emocional no es lo mismo que los desórdenes alimenticios.
Reconoce y siente tus sentimientos. Ese dolor de cabeza, colitis o inflamación no siempre son el resultado de algo que comimos. Revisa qué puede estarlo desencadenando y haz algo al respecto.
Revisa dónde estás de manera frecuente. Observa los ajustes que estás haciendo, cómo se van sintiendo y si tu cuerpo está reaccionando o mejorando. Esto también te hará más sensible y, si por alguna razón “regresaras” a un viejo hábito, te será más fácil reconocerlo y actuar.
Practica la atención plena mientras comes, evitando comer distraído. Esto ayuda no solo a darte cuenta de lo que comes, sino también a no comer de más.
Prioriza tu hidratación.
Reconsidera el ambiente en el que comes y lo que comes. Sé que no siempre es fácil modificar todo a la vez o tener acceso a ciertas cosas, pero hacer algunos ajustes simples puede tener un gran impacto en los productos que consumes diariamente. Por ejemplo, puedes sustituir o eliminar algunas cosas que irán sumando a tu favor.
Recuerda que no estamos juzgándonos o castigándonos como resultado de una elección no adecuada. Esto se trata de trabajar en que las decisiones que tomamos vayan encaminadas a nuestro estilo de vida saludable, a ver la manera en que podamos contribuir a que nuestro cuerpo esté más sano, y a disfrutar de esa plenitud que el bienestar nos proporciona.
¡Hoy es un buen día para empezar!
