¿Cuál es la dieta más efectiva y la que más recomiendo?

¿Cuál es la dieta más efectiva y la que más recomiendo?

La respuesta más corta: ninguna. No me gustan las dietas de la forma en la que han sido comercializadas. Muchas de ellas tienen como único propósito causar una pérdida de peso por medio de la restricción de alimentos —prohibidos, durante el tiempo que te “sometes” a la dieta de tu elección. En el mejor de los casos, y si tu organismo reacciona bien, quizás logres tu objetivo de reducir unos cuantos kilos, pero el verdadero reto viene a la hora de terminarla.

Ojalá se nos enseñara a comer alimentos reales, entender cómo funciona nuestro organismo, ver a los alimentos como la forma en la que nuestro cuerpo va a poder desempeñarse de manera óptima, y no etiquetar esos alimentos que son nutritivos y adecuados para nuestra salud como “un castigo”.

Muchos de nosotros, cuando vemos a alguien comer verduras, una rica ensalada, o un plato con alimentación bien balanceada, pensamos que comer eso debe ser una tortura. Incluso criticamos el que lo consuman y creemos que es un castigo que estén comiendo una ensalada en lugar de “algo mejor”.

Además, normalizamos el decir que “nos merecemos un premio” cuando queremos comida que no es adecuada para nosotros. ¿Cuántos de nosotros asociamos un día de fiesta o el premio a un trabajo bien realizado con ir a un restaurante de comida rápida?

No sé a ustedes, pero en ocasiones, cuando era pequeña, me prometían el clásico: “si te portas bien, te llevo a McDonald’s” o “si te sacas 10 en el examen, te regalo unos Choco-roles”, y esta cultura sigue existiendo hasta ahora.

Obviamente, se trata de una práctica con la que hemos crecido; la industria alimenticia, por medio de la mercadotecnia, magnifica la percepción del placer que produce la ingesta de ciertos productos ultraprocesados en el consumidor. Recuerda que estos productos están diseñados para gustarte; la cantidad de azúcar, sal, químicos, y colorantes que contienen están conectados a nuestros centros de placer en el cerebro y en efecto, logran su objetivo.

Nos volvemos adictos a ellos y compramos más y más. Los necesitamos, así que el objetivo de la empresa se ha cumplido: vender más y más productos. Pero la finalidad, de ninguno de ellos, es nuestra salud.

Por otro lado, pensamientos como “poco veneno no mata” o “de algo me he de morir” se vuelven parte del cómo justificamos nuestros malos hábitos. Y sí, también estas frases las hemos normalizado.

En nuestras manos está el hacer cambios en nuestras decisiones sobre el bienestar, hacer ajustes en los productos que sabemos que no son adecuados, y alejarnos de esa mentalidad de que los alimentos nocivos son premios.

Recuerda, no es normal sentirte mal. No tienes por qué sentirte inflamado después de cada comida, así como no está bien tener gastritis o colitis, ni sentirte sin energía después de comer. No subestimes el poder que como consumidores tenemos. Tú decides que comprar y qué productos no son adecuados para ti. Dale a tu salud la importancia y relevancia que merecen.

Be healthy… be you!

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