El estrés y nuestra dieta
La respuesta de nuestro cuerpo a los desafíos que se le presentan a cada instante se conoce como estrés. Los factores estresantes, que son las causas que lo originan, pueden incluir desde una situación de trabajo, las relaciones personales y la vida familiar, hasta la actividad física y básicamente todos los principales cambios o eventos en nuestra vida.
El estrés puede ser físico, mental o emocional, pero cabe mencionar que no todos lo experimentamos igual. El estrés percibido es la cantidad de estrés que un individuo siente cuando está bajo los efectos de éste. Por esto, es importante notar que el cómo percibimos el estrés es algo completamente individual, lo que significa que dos personas en la misma situación exacta pueden percibir la cantidad de estrés causado de una manera completamente diferente.
Consecuentemente, el grado en el que se percibe el estrés determinará el grado en el que una respuesta es necesaria para hacerle frente. Cuando nos encontramos en situaciones estresantes tenemos que encontrar formas adecuadas de enfrentarlas. Hay diferentes formas de reaccionar, por ejemplo, hay personas que suelen salir a caminar un rato o respirar profundamente con los ojos cerrados para regresar a su balance. Sin embargo, también hay personas que optan por uno de los escapes más comunes cuando nos encontramos en una situación así: recurrir a la comida en sus diferentes versiones.
Como ya sabemos, la comida (y en especial la que tiene azúcar) brinda esa experiencia momentánea de placer reconfortante y de escape que la convierte en una opción atractiva como solución rápida para aliviar el estrés.
Durante los momentos de estrés leve, las personas a menudo nos vemos obligadas a comer más. Y, por el contrario, hay ocasiones de estrés extremo (como un cambio importante en la vida o un evento traumático) en las que podemos perder las ganas de comer. Una vez más, el grado en el que se percibe el estrés hará una gran diferencia en lo que respecta al comportamiento alimentario.
El estrés generalmente afecta la dieta de dos maneras:
Afecta nuestros comportamientos en torno a la comida, impulsando qué y cuánto comemos..
Crea el escenario perfecto para el almacenamiento de grasa y promueve un estado propicio para la obesidad.
¿Te has dado cuenta qué comida se te antoja cuando estas en una situación así? ¿Eres de los que se levantan a medianoche a vaciar el refrigerador porque no puedes dejar de pensar en tus pendientes? ¿O de los que atacan la máquina dispensadora de la oficina cuando tu jefe te pide un reporte dos días antes de lo previsto?
Date un tiempo para observar tus reacciones a este tipo de situaciones. El estrés es parte de nuestra vida, así que decir “la solución es que no te estreses” no es algo realista. Más bien tienes que revisar dónde estas en esta zona y analizar conscientemente tus reacciones a estos detonantes, ya que a partir de ello podrás decidir mejor qué hacer.
¡Hoy es un buen día para empezar!