El ejercicio como parte de nuestra vida
Uno de los pilares más fuertes para llevar un estilo de vida saludable es realizar una actividad física e incluirla en la vida diaria. La mayoría de nosotros sabe que el ejercicio es importante, sin embargo, es una de las actividades a la que más pretextos ponemos.
El cuerpo está hecho para moverse, convirtiendo a la movilidad en un factor clave para que muchas de las funciones básicas del organismo se realicen correctamente, por ejemplo: mantener una masa muscular adecuada; reforzar la estructura ósea y el sistema inmunológico; favorecer la producción de hormonas; elevar el estado de ánimo y los niveles de energía, así como apoyar los procesos de oxigenación y desintoxicación, entre muchos otros.
Nuestro día a día es mayormente sedentario, a veces en el grado más extremo. La comodidad, y en muchos casos la flojera, nos hace permanecer en la misma posición por muchas horas con movimientos mínimos, o incluso mecánicos, sin ser conscientes de ello.
Asimismo, en ocasiones pensamos que el ejercicio es algo complicado o difícil de integrar en nuestros hábitos diarios. Creemos que implicará un gasto mayor, o bien, que es necesario ir al gimnasio de moda, comprar el equipo más caro, pagar a un entrenador, o por supuesto, las excusas más comunes: “no tengo tiempo” o “no me gusta”.
Es importante entender que, para nuestro organismo, el movimiento es algo tan importante como respirar o comer. Sucesivamente, al no hacerlo, potenciamos las consecuencias que nuestro cuerpo acabará pagando en un corto, mediano o largo plazo.
La pregunta es: ¿cómo puedo integrar el ejercicio en mi rutina diaria? La mayoría de nosotros tiene agendas complicadas y sujetas a horarios de trabajo. No obstante, lo más importante es hacer del ejercicio una prioridad, y aquí seré enfática: date la prioridad que mereces. Si eres de las personas, como yo, que todo apuntamos en la agenda, incluye el ejercicio en ella y no lo canceles por ningún motivo. Trátalo como esa junta con tu jefe, o como una cita con un cliente a quien jamás podrías decirle que no.
Empieza con algo simple y analiza qué te gusta. Por ejemplo, iniciar con 30 minutos de caminata al día ya es gran avance. Si tienes la opción de ir con una persona que te ayude a mantener ese compromiso, hazlo, así podrán hacerse compañía y compartir esta etapa juntas. El ejercicio, en todas sus versiones, tiene muchas ventajas: te permite conectar contigo mismo; tomar un tiempo para ti; ver cómo tu cuerpo puede lograr objetivos, superar obstáculos y dominar posiciones incómodas; ser más flexible; aprender cosas nuevas; etc. En fin, cada una de ellas hace que moverse sea aún más motivante.
Por último, evita pensar en el ejercicio como “el precio a pagar” por tus malas decisiones, o tus malos hábitos. El ejercicio no es un castigo, tu cuerpo necesita de este movimiento como parte fundamental de su bienestar, ¡hazlo por ti!
¡Hoy es un buen día para empezar!