Los “saborizantes naturales” y sus efectos en nuestro cuerpo
El día de hoy quiero tocar un tema que personalmente considero frustrante; me refiero al uso de palabras o leyendas engañosas en los productos que consumimos, o bien, de palabras que sirven para disfrazar los químicos e ingredientes nocivos que están presentes en muchos alimentos supuestamente saludables.
Esta práctica deriva en que, si no revisamos a detalle las etiquetas de estos alimentos o nos damos el tiempo de analizar lo que contienen, podemos caer fácilmente en la trampa de creer que son buenos, cuando en realidad estamos consumiendo algo que conscientemente nunca elegiríamos.
En esta ocasión hablaremos especialmente de los “saborizantes naturales”. No dejes que el término "natural" te engañe; los “sabores naturales” contienen glutamato monosódico o MSG, por sus siglas en inglés. Este término es un gran engaño en la medicina alternativa, tanto en los suplementos como en los alimentos naturales.
Desafortunadamente, muchos productos que dicen contener "sabores naturales" usan esta terminología para ocultar MSG y otros productos químicos que pueden ser dañinos para nuestra salud. Esto es similar a las etiquetas con las palabras "fragancia" o "perfume", las cuales son usadas por la industria para ocultar otros productos químicos.
Cualquier producto con la palabra "sabor" o "saborizante" en la lista de ingredientes es una bandera roja: "sabor a uva", "sabor a limón", "sabor a vainilla", etc. Incluso si la etiqueta dice que los saborizantes son "naturales" u "orgánicos", estos contienen glutamato monosódico.
Hay que tener aún más cuidado cuando se indican “sabores agregados”, ya que eso significa que tienen una mayor cantidad de glutamato monosódico. Piensa que la industria añade estos saborizantes en una mayor concentración para ocultar los malos sabores de sus otros ingredientes.
Te recuerdo que el glutamato hace que las cosas sepan ricas y, por ende, hace que las personas desarrollen una adicción. Cuando el glutamato monosódico entra en el cerebro, no sale de este a menos de que trabajemos para limpiarlo. Es un conductor cerebral, lo cual significa que reacciona a las corrientes eléctricas que viajan a través del tejido cerebral a pesar de no ser un metal pesado tóxico.
Tiende a embolsarse en áreas específicas, lo que causa una especie de cristalización que es diferente a las cristalizaciones de la sal o del calcio tóxico porque no se endurece. Debido a su consistencia, cuando se asienta en una vía, tiende a adherirse.
Cualquier otro MSG que viaje por el sistema tiende a pegársele, causando así glóbulos de MSG en el cerebro. Estos glóbulos son altamente tóxicos e incluso tienen un peso detrás de ellos que eventualmente ejerce presión sobre el tejido cerebral adyacente — esa una de las razones por las que el glutamato monosódico causa dolores de cabeza, ya que va creando pequeñas formaciones similares a los quistes.
También es el causante de lagunas mentales, conocidas en inglés como “brain fog”, que provocan no solo el agotamiento excesivo, sino también dificultades para procesar pensamientos, o incluso esa sensación de presión en la cabeza cuando estás pensando demasiado. Además, el MSG interfiere con los neurotransmisores y las neuronas que reciben información.
Es por todo lo anterior que quiero enfatizar la importancia de leer las etiquetas de los productos que nos interesan, de tomarnos el tiempo de revisar lo que estamos comprando, y de asegurarnos de que no se trata de algo contraproducente para nuestra salud. Recuerda que tu salud está en tus manos y que la información es la herramienta más poderosa que tenemos para cuidarla como se merece.