Abrazando el caos
Uno de los retos más grandes que enfrentamos día con día es poder dedicarle tiempo a nuestro bienestar dentro de nuestras saturadas agendas, y es que puede parecer simple, pero asignar una hora para hacer ejercicio o tiempo para cocinar en casa requiere de organización y tiempo que, a veces, simplemente no tenemos.
No es solo que no tengas nada en tu refrigerador o que tu jornada de trabajo se haya intensificado y ahora tengas que dedicarle más horas, sino que también tu nivel de estrés está en ese límite en el que sabes que va a repercutir en tu rutina y en tus hábitos de la semana —y ni hablar de los sentimientos que todo eso te provoca.
Para muchos, estas son situaciones en las que es más sencillo alejarse u olvidarse de las metas principales de bienestar y cuidado. En lo personal, estas etapas en las que me siento abrumada por el exceso de trabajo y en las que mi rutina se ve altamente impactada no son fáciles de manejar. El tener que poner mis prioridades de salud de lado es algo que me “enoja” o que promueve que desarrolle un sentimiento de “culpa”.
Por todo esto, y sabiendo que esto nos pasa a muchos, hoy te comparto algunos consejos que yo misma sigo y que me ayudan a balancear estos días. Sin duda, una de las principales cosas es recordar mis metas y el por qué las he elegido. Esto aplica en todo, es decir, también reviso mis metas profesionales o lo que sea que me esté “alejando” de mi rutina, haciéndome preguntas como: ¿es esto algo que está alineado con mi objetivo mayor?
Entre las cosas que incluyo en estos días ocupados están:
- Tomar agua con limón o similar en ayunas.
- Practicar unos minutos de respiración consciente. A veces, unos minutos bastan para ayudarme a ser consciente del aquí y el ahora y sentirme presente.
- Revisar mi lista de pendientes y marcar los que ya realicé.
- Revisar con más atención el tono de las respuestas que doy, sobre todo las escritas. Por ejemplo, suelo leer más veces ese correo electrónico o mensaje que sé que puede desencadenar otro tipo de emociones y, si es necesario, lo dejo para más tarde.
- Usar aceites esenciales, ya sea en difusor o en la piel.
- Prender una vela.
- Poner música que me hace cantar. Esto me ayuda mucho y es de lo que más disfruto cuando estoy escribiendo algo, como ahora.
- Salir a caminar. Cambiar de lugar unos minutos siempre me ayuda, además de moverme. Usualmente muevo los brazos, la cabeza y la espalda, o hago estiramientos.
- Si mis opciones de comida son limitadas, busco la que me guste o disfrute más, independientemente de que sea o no la más saludable.
- Leer antes de dormir me ayuda a relajarme.
- Hidratar mi cuerpo. El agua siempre es prioridad en mi día.
Y bueno, sé que esto es una etapa y que también pasará, así que disfruto de los logros y sentimientos que este tipo de presión distinta conlleva. Muchas veces los días con una agenda más compleja son el resultado de estar haciendo algo que disfruto y me apasiona, por lo que abrazo esas etapas de caos y más adrenalina. Después de unos días, regresaré a mi rutina y le daré a mi cuerpo ese descanso que tanto necesita.
De la misma manera, date permiso de hacer lo que el momento te pida, no te agobies y recuerda que podrás regresar a tus hábitos cuando la situación lo permita. Disfruta del caos y agradece lo que trae consigo. Siempre hay algo que aprender, así que vive la experiencia.
¡Hoy es un buen día para empezar!