Viajar y tu estilo de vida saludable

Viajar y tu estilo de vida saludable

¿Qué sucede con mi estilo de vida saludable cuando tengo que viajar? ¿Cómo puedo seguir mis rutinas si sé que llevaré una agenda sujeta a cambios? Estas son algunas de las preguntas más frecuentes con las que nos topamos cuando nuestras actividades incluyen viajar, ya sea por trabajo o por placer.

Debo decir que esta fue una de las principales razones por las que inicié mi camino hacia el bienestar. Además de ser Coach de Bienestar Integral, llevo muchos años dedicándome a la organización de eventos corporativos y bodas, lo cual implica viajar a diferentes lugares. Como consecuencia, la estructura de mis hábitos se veía afectada por horarios distintos, jornadas largas de trabajo, pocas horas de sueño, una alimentación diferente, y otros factores que no “dependían” de mí. Al final, esto era algo que sinceramente me estresaba.

Muchos de mis clientes tienen un ritmo de vida similar al mío, y es una de las cosas con las que más nos identificamos; no es fácil mantener nuestra rutina cuando hay tantos factores externos afectándola.

Entre las cosas que me han ayudado a hacer este proceso más simple está el dedicar tiempo antes de mi viaje a analizar lo que tendré a mi alcance: desde dónde me hospedaré, los horarios de vuelos que tendré y el lugar para hacer ejercicio disponible, hasta la accesibilidad a tiendas o productos que son parte de mi rutina. De esta forma me queda claro qué elementos hay disponibles y qué ajustes tendré que hacer para satisfacer mis necesidades.

Hay hábitos que trato de mantener todo el tiempo, como tomar agua caliente en ayunas, con limón o sola, pues es una de esas cosas simples a las que podemos tener acceso en todos los lugares.

Si sé que en el aeropuerto no podré conseguir una opción saludable de comida, empaco snacks saludables como nueces y barras de proteína, o preparo un rico sándwich de mantequilla de almendra o un contenedor con fruta y lo llevo en mi maleta de mano.

Otra opción a la que recurro con frecuencia es llevar proteína en polvo y mi vaso mezclador. En un día que la agenda puede presentar imprevistos, esta opción puede ser la salvación, especialmente si ya es tarde y no tienes acceso a ordenar algo de comer. Así evitas atacar el mini-bar del hotel y sus tentaciones no saludables.

Mis tenis y un set de ropa para hacer ejercicio también me acompañan siempre. Dentro de lo posible trato de salir a caminar, correr o simplemente dedicar unos minutos del día para mí. El ejercicio me ayuda a sacar el estrés del día a día y obviamente aprovecho también los demás beneficios que tiene.

Con respecto a la alimentación, trato de mantenerme dentro de las opciones que tengan un menor impacto negativo en mi salud. El cambio de alimentación siempre tendrá un impacto en nuestro cuerpo: desde sentirnos más pesados, consumir alimentos que quizá no comemos con frecuencia y ajustarnos a horarios diferentes, hasta probar las cosas ricas del lugar o escoger del limitado menú que tenemos disponible. En estos casos, busco la mejor opción para mí y, si no hay mucho de dónde escoger, procuro no excederme.

En relación con la hidratación, esta es para mí un punto clave: tomar agua ayudará en gran medida a que el impacto del viaje en tu cuerpo sea menor. Los viajes en avión nos deshidratan automáticamente, así que consume agua mineral, electrolitos, o agua natural con la mayor frecuencia posible. Tip adicional: usa una botella de agua reusable para evitar estar comprando y tirando plástico, será más fácil que la lleves contigo a todos lados.

Recuerda que el único responsable de tu bienestar eres tú, no justifiques el no cuidarte con tener que viajar. No es tarea de los demás buscar tu bienestar, así que date un tiempo para ti; el impacto y los beneficios de ello formarán parte del éxito de tu viaje.

¡Hoy es un buen día para empezar!


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