¿Cómo nos relacionamos con la comida?

¿Cómo nos relacionamos con la comida?

Ya hemos platicado de la importancia de observar nuestros hábitos alimenticios. Gran parte de la conexión que creamos con la comida está relacionada con nuestras emociones y sentimientos. Cuando comemos o buscamos ciertos alimentos, no solo estamos buscando alimentar nuestro cuerpo para que pueda realizar sus funciones, sino que, al mismo tiempo, buscamos o incluso necesitamos el “confort” y el alivio que ciertos alimentos o productos nos proporcionan.

Esta conexión se genera en nuestro cerebro y sistema nervioso desde que somos pequeños; de una u otra manera, la comida ha formado parte de nuestro círculo vital y de cómo nos relacionamos con las emociones. Por lo tanto, tomar conciencia de estos comportamientos —es decir, los pensamientos y emociones que engloban—, nos ayuda a distinguir patrones de alimentación, a poder analizar y detectar hábitos no alineados con nuestro objetivo de bienestar, y a desarrollar una relación más consciente tanto con la comida como con uno mismo.

¿Con qué frecuencia etiquetas ciertos alimentos como "buenos" o "malos"? ¿Te sientes culpable o avergonzado después de comer alimentos como pastel o pizza? A veces, ya sea que lo sepamos o no, colocamos etiquetas en los alimentos, lo que luego afecta cómo nos sentimos o nos vemos a nosotros mismos al terminar de comer. Y sin duda, en más de una ocasión, hemos sido muy duros con la forma en que nos juzgamos después de un momento así.

Hoy me gustaría compartir un ejercicio que puede ayudarte a analizar de manera más profunda el significado o la relación emocional que ciertos alimentos tienen para ti.

La idea es que te tomes un tiempo para pensar en tu relación con la comida. Es fundamental que no te compares con otros. A veces es útil apagar nuestros filtros mentales para explorar los significados más profundos que los alimentos tienen para nosotros y entender cómo estos significados influyen en nuestros enfoques alimentarios.

En una hoja en blanco, enlista los siguientes alimentos y escribe a un lado de cada uno la primera palabra que te venga a la mente al leerlo. Un ejemplo sería más o menos así: fruta = saludable.

- Fruta, galletas, ensalada, pizza, sopa, dulces, café, agua, Gatorade, salmón, aguacate, pollo, pan multigrano, licuado, jugo, papas fritas, chocolate, almendras, queso, bagel, fruta seca, vegetales, tocino, mantequilla, Coca-Cola, camote, plátano, lechuga.

En las siguientes frases, escribe la primera palabra o palabras que vengan a tu mente. Por ejemplo, dieta = la peor tortura.

- Comer tarde en la noche

- Saltarse una comida

- Comer

- Ayuno

- Détox

- Comer de más

- Vegetariano

- Consentirme

- Keto

Ahora analiza tus respuestas:

  • ¿Qué tanto utilizaste etiquetas “buenas” o “malas” en las palabras que pensaste?

  • En las respuestas, ¿hay una tendencia más marcada hacia algún extremo? Pueden ser cosas que califiques como “muy malas” o “muy buenas”, por ejemplo: Coca-Cola = veneno.

  • ¿Detectas en tus respuestas alguna conexión con patrones de alimentación que puedan verse como una solución fácil para el logro de tus objetivos? Algo así como si la palabra estuviera asociada a un concepto y no a lo que realmente representa, por ejemplo: jugo = détox.

  • ¿Hay respuestas en las que puedas observar que las palabras están alineadas con tus objetivos de bienestar? Por ejemplo: aguacate = grasas saludables.

  • ¿Hay respuestas en las que observes una fuerte creencia hacia algo (independientemente si es o no cierto)? Por ejemplo: alimentación paleo = la única forma de comer bien.

La intención de este ejercicio es hacer que nuestra conexión con la comida y con lo que consumimos sea más consciente, y que entendamos cómo, en muchas ocasiones, las creencias que tenemos pueden limitar o estar alineadas con nuestros objetivos de salud y bienestar.

¿Cómo te sentiste haciendo este ejercicio?

¡Hoy es un buen día para empezar!

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