Cómo preparar una buena taza de té de jengibre fresco
Hoy quiero compartir contigo la forma en la que a mí me gusta hacer el té de jengibre fresco, una de las recetas más solicitadas por mis clientes y lectores.
El jengibre tiene tantos beneficios que recomiendo tenerlo siempre disponible en casa. Sus poderosas propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y antimicrobianas hacen de él un gran aliado en tu vida diaria.
Se ha utilizado tradicionalmente como remedio para la náusea, el vómito, el resfriado, la gripe y el dolor. También ha sido sujeto de estudios, ya que ayuda en el tratamiento de muchas afecciones, como la presión arterial alta, el colesterol alto, la diabetes, varios tipos diferentes de cáncer, enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson, y otras más.
Mi consejo es que siempre optes por los ingredientes naturales, usando solo la raíz de jengibre y no los tés que venden en forma de bolsitas.
Mi receta favorita
Preparar este té es tan simple como hervir jengibre fresco en agua. Pelarlo es opcional y yo solo remuevo la cáscara cuando está muy sucia, o cuando no lo colaré antes de tomarlo.
Por ser uno de los tés que más consumo, y siendo una ferviente amante del jengibre, he encontrado que la siguiente es mi fórmula perfecta:
Usa una proporción de 1 cucharada de jengibre fresco picado por 1 taza de agua. Luego corta el jengibre en trozos pequeños o rállalo, maximizando así la potencia del té. Puedes utilizar un rallador de queso o un exprimidor de ajo; ambos funcionan muy bien. Después, hay que dejar hervir el té de 7 a 12 minutos.
Aparte, a mí me gusta agregar otros ingredientes dependiendo del día o de los beneficios que busco. Suelo usar palitos de canela para aportar dulzura y como apoyo al azúcar en la sangre; cúrcuma fresca por sus propiedades antiinflamatorias; cáscara de naranja para la ralladura y la vitamina C, y/o semillas de hinojo para darle un sutil sabor a regaliz y ayudar a la digestión.
Después de hervir, todo lo que queda por hacer es colarlo. Para un té más suave, puedes usar menos jengibre o hervir por menos tiempo.
Para servir, exprime medio limón directo en la taza. En esta mezcla prefiero el sabor que le da el limón amarillo. Es importante mencionar que lo mejor es no hervir el jugo de limón, así que te recomiendo agregarlo justo cuando lo vayas a consumir; esto evitará que alteres las propiedades de la vitamina C. También puedes agregar jugo fresco de naranja.
Por último, añade un poco de miel de abeja. Para mí es importante que no quede dulce, ya que me gusta más ese sabor picosito que tiene el jengibre, así que evito ponerle mucha miel. Cabe mencionar que la mezcla con miel de abeja es ideal para apoyar el tratamiento de enfermedades de las vías respiratorias, como las gripes y los resfriados.
Otras formas de disfrutar este maravilloso té es tomarlo frío, o rebajarlo con más agua y consumirlo durante el día, como una forma diferente de hidratación.
También puedes tomarlo como un tónico a la hora de acostarte o por la mañana, a la primera señal de dolor de garganta, para calentarte en un día frío, o después de una comida pesada, pues ayuda en el proceso digestivo.
Te invito a que pruebes mi receta y espero que lo disfrutes tanto como yo.