Creando tu propia definición de bienestar
Durante todo este tiempo en el cual nos hemos hecho compañía —algo que agradezco y que es mi gran motivación—, estoy segura de que tus definiciones de bienestar y salud han ido evolucionando.
Cada día tengo más claro que estar sano no es lo mismo que no estar enfermo. Para mí, se trata de vivir en un estado de bienestar, sintiéndome llena de energía y en plenitud. Con esto no quiero decir que siempre tengas que estar bien, pero sí que la balanza debería inclinarse mayormente hacia ese lado y que, cuando te desvías un poco, es vital saber muy bien cómo “regresar” a tu centro.
Así es como este tema ha ido evolucionando para mí. Entre más aprendo y comparto información, más entiendo la importancia de numerosos factores y lo mucho que estos influyen de manera directa e indirecta en mi bienestar. Sin duda se trata de un área que va cambiando, así como nosotros y nuestros cuerpos van modificándose, también.
Ejercer el sentido común al aplicar el conocimiento adquirido después de probar algo y reconocer su efecto en mi cuerpo es crucial. Cada vez me sorprende más la trascendencia de la bioindividualidad en la homeostasis y cómo cada cuerpo puede reaccionar de manera diferente a un factor determinado.
Hace unos días platicaba con uno de mis clientes, quien me contó que leyó un estudio científico sobre el impacto benéfico que tiene el consumo de proteína animal de buena calidad en cada una de nuestras comidas, y la conversación se tornó hacia cómo ciertas teorías están en contra del consumo excesivo de proteína animal.
Me preguntó qué opinaba al respecto y mi respuesta fue que la nutrición es una ciencia que, contrariamente a lo que la definición explícita menciona, es muy dinámica. No arroja un resultado único, lo cual la hace aún más compleja. Y es que todos somos diferentes: lo que para una persona puede ser la mejor opción, para otra puede ser su peor veneno.
Imagina a alguien alérgico al polen: por más beneficios que la ciencia de la nutrición le pueda sugerir del consumo del polen, para él no aplicará así, ¿me explico? Entonces, bajo esta premisa, sería muy radical de parte mía satanizar algo o irme a los extremos de lo absoluto.
Sin el objetivo de crear controversia, sino para puramente explicarte a qué me refiero, vuelvo al tema de la proteína: si buscamos estudios científicos que avalen el consumo de la proteína, encontraremos miles y, sin duda alguna, muchos de ellos estarán avalados por grandes eminencias científicas e instituciones respetables. Sin embargo, si yo buscara estudios científicos que avalen que no es bueno consumir tanta proteína, también aparecerían un sinfín, y muchos de ellos igualmente estarían avalados por instituciones reconocidas y autoridades en la materia.
En conclusión: siempre habrá posturas perfectamente bien soportadas para ambas partes, los que estén a favor y los que estén en contra. Con esto trato de reiterar la importancia de conocer más cómo funciona TU cuerpo y de tomarte en serio TU bienestar, con base en información de calidad y TU criterio.
Date la oportunidad de usar tu sentido común y la información que ya tienes, de ver si hay algo que ya probaste y que tu criterio ya concluyó que es bueno, o malo, para tu organismo y aplicarlo. Que puedas decir “yo lo probé y me funcionó” y que, si otras personas dicen que lo probaron y no sintieron grandes beneficios, eso también está bien y no por ello tu opinión, o la suya, es menos válida.
Cimentar tu propia definición de bienestar puede darte claridad y ayudarte a mantenerla sin distracciones ni desvíos. Te invito a que reflexiones en ello y te pongas a la tarea; créeme que te traerá muchos beneficios.